Una ráfaga de viento
se cuela por entre los surcos
de mis venas.
Una furtiva lágrima
desprenden mis labios.
Pasó lo que pasó.
-o-
Deseaba dejar el molde
cóncavo en el arrullo
de tus besos de agua.
Darnos bocanadas de ánimos
y rozar fielmente el recuerdo
de tus huecos perdidos
entre malvas y moluscos.
Deseaba creer en tus lágrimas blancas
y no en tu espuma de rabia.
Creer en tus palabras
y bostezos de amor
y no en tu fuerza bruta.
-o-
Lágrimas de aceite
resbalan por mi mejilla hollada.
Densas como el tiempo
que paso a tu lado.
Lágrimas negras
como tabaco sin humo
como letra sin son.
Arrecia el temporal
en mis costas
con vino malo
y aire vomitivo.
Despellejándome las uñas
en la eterna espera.
-o-
Transformando el agua en sangre,
sin vinagre en la esponja,
taladradas mi estima
con astillas de metal.
Lluvia ácida
corroe mis átomos
y los despliega por el suelo de la cocina.
Lágrimas espesas
de cera derretida
caminan despeñadas
por las costras de pan ácimo.
Gotas de sangre
que corren por mi nariz
en busca de la liberación,
salpican estrellas cósmicas,
terrones de tierra estéril.
-o-
Lastimas inconfesables
del equívoco maldito
en que te has convertido.
Derrumbe iconoclasta
del vencedor convencido.
Amebas fundiéndose
en un solo beso.
Fagotizándose por dentro
como carcoma y delirio.
-o-
He sido tu cosa, tu almohada
tu juego, tu mancha petrificada,
cárdena morada de tus hábitos furiosos.
Ahora pido: Dame tu calor,
abulta mis venas con tus dedos alcohólicos.
Herrumbre oxidada es el tema de amor,
y si mirando al cielo,
de ésta jaula dormida o muerta,
solo encuentro el techo de mi habitación
perezcan mis ojos.
PUBLICADO EN: lasombradelmembrillo.com